Germofobia, pañales sucios y mi bautizo

Desde que tengo memoria, le tengo manía a los gérmenes de los demás. Dicen que es culpa de mi abuelo materno. Hay gente que me da más asco que otra pero, en general, a casi todo el mundo le tengo asquito. Incluso, paso por odioso porque no soy muy dado a la práctica social de saludar con beso, aunque curiosamente a mi abuelo le encantaba.

 

Hasta hace no mucho, cuando mis amigos lo notaban, me tocaba aguantar toda clase de bromas al respecto. Pero es una manía y las manías no saben de razones.

 

No obstante, desde antes de que naciera M, yo ya intuía que no tendría problemas con el cambio de pañales. No podía verla como un agente externo o extraño.

 

El primer pañal que cambiamos lo cambiamos entre los dos con un poco de retraso. Ella llegó a la habitación entre las 12 y la 1am (como dos horas después de haber nacido) y estábamos tan cansados, Cirene además sedada y recién operada, que dormimos hasta el día siguiente. A las 630am nos despertamos y fue cuando se nos ocurrió revisar el pañal. M nos había dejado su primer regalo hace al menos una hora (a juzgar por el aspecto de la muestra). El meconio me resultó una sorpresa. No tenía olor y la consistencia era como de Nutella. Sí, estuve a punto de probarlo pero Cirene me detuvo. Estaba curado de mi manía, aunque sólo con mi bebé.
No huele a nada
Al parecer, los bebés que toman exclusivamente teta cagan como querubines. Así que aquello no olía a nada. Esos primeros 7 meses de LME (Lactancia Materna Exclusiva) fueron maravillosamente inodoros. El color y la consistencia eran lo que uno espera pero, por lo demás, cambiar un pañal era como destapar un yogurt o abrir un huevo sancochado (dependiendo de si la toma había incluido leche del final o no, ya Cir hablará de eso en su momento).
Nunca me ha causado asco cambiarle el pañal a M. Ni antes, ni ahora que ya está con la alimentación complementaria y la cosa está mucho más perfumada.
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Mi bautizo
Un día llegué a Caracas con un poco de tiempo extra antes de mi clase en la ucv y pasé por la casa a ver a las niñas. Era una parada técnica, entrar y salir. Tenía a M cargada y sentí que estaba haciendo número dos. La lavé y estaba poniendo el pañal nuevo. En esos primeros días, M no tenía un horario fijo y podía hacer varias veces en una hora (luego nos dimos cuenta de que hacía en tres partes). Cada vez que la cambiaba, estaba pendiente de su cara por si venía la siguiente carga. Pero, ese día, por un segundo me distraje y fue ahí cuando M me regaló lo que yo luego llamé «mi bautizo como padre»: un chorro a presión que me decoró toda la camisa a lo Jackson Pollock.
Lo llamé «mi bautizo» porque, contrario a lo que yo mismo pensaba que sería mi reacción, me eché a reir, me quité la camisa, fui a lavar a M de nuevo y le puse su pañal limpio. Restregué la camisa, me puse una nueva y me fui a dar mi clase con ese cuento que no podría comentar con nadie por un par de horas y con una recarga en los niveles de ternura que despertaba mi hija en mí.
 Jesús

Una fe de vida

No sé si sea algo de papás, o si Cir también lo hace y finge que no, pero desde que nació M estoy obsesionado con ver que está respirando. Y lo digo porque Cir, siempre que le pregunto «¿está respirando?», me responde «claaro ¿qué te pasa?». Pero es que yo no tengo la sincronización bluetooth que tienen ellas.

Si cargo a M en el fular y se duerme, tengo que detenerme cada cierto tiempo, cerrar los ojos y dejar de respirar para sentir su barriguita inflándose y desinflándose contra la mía.

Si está durmiendo en la cama o el corral, tengo que chequear constantemente y es mejor cuando se duerme con una mano en la barriga porque puedo ver cómo esta sube y baja. Entonces respiro yo.

Mi mente es medio macabra y al menos unas tres o cuatro veces al día me muestra los posibles accidentes que podrían ocurrir cuando M está bajo mi cuidado. Por eso necesito esa fe de vida: una barriguita que sube y baja.

Jesús

Música: https://soundcloud.com/mrinal-desai/christian-smith-grey-skies-tcm

Mi niña sí me come

Cuando estaba embarazada de M, me dio por seguir cuanta cuenta de IG había sobre mamás, nacimiento, embarazo, lactancia y hasta una bien chévere de una mamá residenciada en Margarita que hacía recetas bien creativas para su hijo (que, por cierto, en los videos siempre comía de todo y solito como un adulto). Pero para aquel entonces mi obsesión era con todo lo relacionado con el parto respetado y humanizado. Claro que los temas de lactancia, alimentación y crianza me interesaban pero como que en el fondo no les paraba tanto. Sí le dije a Jesús en algún momento: «te gusta el método este BLW (baby lead weaning o alimentación guiada por el bebé) porque creo que ese es el que usaremos con M».

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Mucho antes de que M naciera, yo estaba clarísima con que amamantar era lo que quería para mi bebé y, aunque nunca me imaginé que me costaría tanto, lo logré y ya llevamos casi 9 meses (6 de lactancia exclusiva). Ahora, lo que nunca me pasó por la mente es que lo que llaman “alimentación complementaria” sería mi verdadera obsesión.
Como ya dije, siempre veía la cuenta de la @baticocina en IG y decía ” qué fino, así quiero que coma M”. Pero jamás pensé que eso implicaría un estrés culinario. Palabras más palabras menos, pasaron los 6 meses de lactancia (cuando más lo empezaba a disfrutar y ya estábamos súper relajadas) y, pum, hora de los sólidos. Me dije: “bueno, esto no puede ser tan difícil. Tenemos la bebé, tenemos la sillita, ya pasaron los 6 meses. M ya hasta tiene un diente”.
La primera vez, puse la silla en el suelo sobre papeles de periódico. Le dimos un cambur a M y lo agarró y lo chupó como si supiera exactamente lo que hacía. Pero ese fue el primer día. Los posteriores no fueron tan maravillosos. M no se veía muy interesada en el proceso y en algunos casos apenas probaba el alimento. Empezó mi desesperación, hasta asistí a un par de talleres de BLW. Consulté a mis amigas-madres que ya habían pasado por eso y las fastidié hasta decir basta. Hice horarios, listas y cuanta vaina existe para organizar agendas con menús y sus horas.

Meterme en IG y ver a mamis dándole de comer a sus bebés y a estos comiendo sin chistar, o ver a los bebés comiendo solitos me deprimía (aprendí que nadie va a poner un video de un bebé que no quiere comer, cerrando la boca o volteando la cara. Eso no atrae likes ni seguidores). Además, comencé a ver toda la mesa sucia, el piso, la silla de M, su ropa, sus cabellos y hasta sus ojos. Para rematar, nunca me ha gustado cocinar entonces peor que peor, JA.

Le contaba toda mi desesperación a Jesús y el decía «bueno, entonces habrá que darle con cuchara. No se puede ser tan ortodoxo. Igual, relájate». Pero además de eso también me dijo algo muy sabio: «paciencia». Y es que una de las claves del BLW es la paciencia.

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Martina comiendo apio dentro de una ponchera para evitar el desastre (no funcionó)

 

 Carlos González, a quien ya siento como un amigo de la familia, de tanto video y libro suyo que hemos revisado, también me dijo algo fantástico «confíe en su hijo». Eso he hecho y hoy cuando M está a una semana de cumplir sus 9 meses ya come tranquila muchos alimentos por sí sola y yo derretida con sus caras.

Cirene

P.D: no puedo cantar victoria en este terreno porque sé que los niños cambian todo el tiempo y el tema de la comida es algo muy particular. De hecho, aún me estreso demasiado cuando M se atraganta con un pedazo de arepa o de pollo. Ah y ya me he entusiasmado con el tema culinario. Sí, los hijos definitivamente te cambian.

Tiene mamitis

No, no vivo en negación. M prefiere estar con mamá por razones biológicas y emocionales. Mamá es vida, es comida, seguridad, calor, olor, consuelo y la cara que más ve. Es mamitis y son ganas de mantenerse viva y a salvo. Desde los cinco meses, su palabra segura ha sido Nenene. Ya no la usa para pedir auxilio, dice Nenene con una sonrisa grandota y sus ojazos brillan cuando ve a Cirene. No me pongo celoso, me encanta ver el dueto perfecto que forman Cir y M.
Sí, M dice papá cuando me ve. Pero también en sus ejercicios de vocalización y repetición. «Papapapapapamamapa». Cir quiere que diga mamá pero M sigue con Nenene. Yo le digo que es preferible Nenene. He visto niños a los que le preguntan cómo se llama su mamá y responden «mamá». Sin embargo, imagino que «mamá» es un rango mayor a Nenene.
Ya me han advertido sobre un futuro próximo en el que M ya habla y dice «papá no, mamá». Sé que ocurrirá y entiendo por qué ocurrirá pero por ahora me pongo en una posición para que no ocurra, al menos, no así, tan crudo y brutal.
M no llora sino en momentos muy precisos y dura poco: Cuando le cambiamos el pañal y ella no está de humor para cambios de pañal, cuando está cansada o tiene sueño, y cuando realmente quiere ir con mamá. Yo les digo que están sincronizadas por bluetooth. Sí tengo a M y llega mamá, comienza la danza del «déjame ir con mamá». Pero si mamá está haciendo sus cosas, me voy a otro lado o echo a mamá del cuarto. Sin mamá a la vista, M vuelve a sus juegos o a sus cánticos de somnolencia.
«Mmmmm mmmmm mmmmm mmmm», canta M para dormir con papá. Yo la acompaño con alguna melodía improvisada.
J

Una predicción errada

Cada año, hago lo posible por participar en el reto fotográfico #UnaFotoxDíax28Días. Todos los días nos dan el título de la foto y toca ir a tomarla. Es divertido y me ejercito en la disciplina de fotografiar a diario. Al final, me quedan tantas fotos que no importa mucho si no gano. Este año, decidí que mi tema sería M y la tarea de hoy era: Una predicción errada.

Sin una idea clara de la foto que tomaría, como todas las noches, sentamos a M en su sillita para comer con nosotros. Bueno, ella destroza y juega con su comida y nosotros comemos. Hoy, Cir le preparó unas carnitas en forma de hamburguesa. Le dimos una por que ya había comido un poquito de pastina. Pues, contra todo pronóstico, la devoró y quedó comiéndose las migajitas. Así que le dimos la segunda y la M hizo lo propio. Si fuera por ella, le pasaba la lengua a la mesa, pero no llegaba. Esta niña es una sorpresa cada día.

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Para ver cómo voy con mis fotos: https://www.instagram.com/sinplantilla2/

Jesús

M gatea en la grama

Por nuestra cabeza pasó que Cirene renunciaría a su trabajo para quedarse en casa con M. No teníamos con quién dejarla y tampoco nos agradaba la idea de dejarla con alguien. Yo sugerí que fuera yo pero, como dice la canción, mamá es quien da la teta. El 6 de enero terminaba el reposo post-natal, que habíamos unido con vacaciones y días pendientes. Lo estiramos hasta los 7 meses de M. Pero aún nos parecía muy chiquita para dejarla.

Cuando anunciamos la decisión en el trabajo, nos pidieron que lo repensáramos. Como es posible imaginar, no hay colas de profesores de inglés esperando trabajo en las instituciones de educación superior públicas. Al final, llegamos a un acuerdo para redistribuir las horas del permiso de lactancia de Cir y comenzamos a venirnos al trabajo con M. Fue la mejor decisión. Si trabajáramos en un edificio de ministerio en Caracas, la historia habría sido distinta. Pero en esta montaña, no se respira el aire viciado de las oficinas. Aquí, M gatea en la grama.

Jesús y Cirene

 

¿Volverme loca?

Chateaba hoy con otra mamá sobre lo difícil y fuerte que es quedarse sola en casa todo el día cuidando a la bebé. Le decía que desde que empecé a trabajar, aunque no lo hago todos los días por el permiso de lactancia, a veces, me provocaba ir de lunes a viernes porque allí tengo la ayuda de Jesús y no siento que me voy a volver loca (cosa que ocurre muy a menudo cuando me quedo con M todo el día muchos días seguidos sin ver la luz del sol). Y es que, de verdad, esos días son como un círculo sin fin en los que siento que lo único que hago es dar teta, cocinarle y darle de comer a M (algo distinto porque bueno la bebé debe tener una alimentación balanceada y comer alimentos de todos los grupos), limpiar todo el desastre (porque me antojé de practicar el BLW), dar teta, cambiar pañal, volver a cocinar, limpiar desastre, dar teta, volver a limpiar, cambiar pañal y, obvio, dar teta, again, y así hasta que descubro que son las 5:00 p.m. sigo en pijamas y estoy como una loca ojerosa. Para rematar el día, llega Jesús del trabajo y dice: “mijita ¿qué te pasó? Ya vas a decir que M no te dejó hacer nada” y en ese momento lo que quiero es ahorcarlo.

Yo no me quejo, en serio. Jesús es un súper papá que cumple muy bien con su rol pero hay días que apenas pisa la casa le lanzo a M en los brazos y me voy corriendo al baño y me encierro allí una media hora. Antes lloraba. Ya no lloro. Ahora por lo menos reviso twitter o fb. Por cierto, la mamita con la que chateaba me confesó que me escribía en ese momento desde el baño 😛

Cirene

P.D: gracias al universo todavía M no me toca la puerta del baño. Curiosamente su papá sí lo hace con ella en brazos y me pregunta “¿todo bien?”. A veces, ni respondo.

Un baño baby friendly

Un paseo con M debe ser bien planificado. Desde decidir si coche o fular, el contenido de la pañalera, dos paraguas o uno, por si acaso, camiseta o manga larga, capri o pantalón largo, etc. Pero igual de importante es escoger el destino según el baño.
Son pocos los locales que tienen un baño compatible con bebés. Es decir, un baño con cambiador. Cuando llegamos a un restaurante, es de las primeras cosas que chequeamos.
A estas alturas, ya M tiene casi un año, hemos desarrollado un par de maniobras para lidiar con baños no aptos para familias lactantes.
El coche es la primera línea de defensa. En casos de emergencia, es el mejor cambiador. Pero, preferimos lavar a M. Creemos que no hay toallita húmeda que pueda sustituir al agua. Pero no siempre es posible.
La maniobra «caballito»
La bautizamos así por el primer lugar donde nos tocó aplicarla, curiosamente, un parque infantil que no tiene baños familiares. En pocas palabras, es un cambio de pañal en el aire usando una mano como el lomo de un caballo donde reposa la bebé. Es complicada y requiere fuerza en los brazos para aguantar la tensión.
La maniobra clásica
O cambio en el regazo. Una vez, validando los reposos de Cir en el IVSS, vi a una mamá ejecutarla a la perfección y en tiempo record. Me quedé impresionado porque fue un cambio de número 2. Ella le repetía a su bebé «no te vayas a hacer pipí». La bebé sonreía. En aquel entonces, M estaba de semanas y ya me había bautizado con rocíos de número 1 y baños de número 2. No imaginaba posible ejecutar esa maniobra sin terminar con una mascarilla cortesía de M.
Dos baños perfectos en Caracas
No hay como llegar a un lugar y encontrarse con el baño soñado. Nuestros dos baños favoritos de toda Caracas son el de Franca Coffeecakes LPG y el de Pastelería Danubio Las Cúpulas. Son baños 5 estrellas para el cambio de pañales. Ambos baños, tanto el de damas como el de caballeros, tienen cambiador, son limpios, privados, espaciosos, siempre hay agua ¿ya dije lo limpios que son? A veces creo que voy más por el baño que por el café.
Luego están los baños que apenas cumplen con el requisito básico del cambiador pero carecen de alguno o todos los demás. Entonces o le toca a mamá cambiar el pañal y/o lidiar con cualquiera que decida iniciar una interacción. Por mencionar algunos baños públicos con cambiador y opción a socialización: los del Tolón, los del Centro Sambil,  y el de Pdvsa La Estancia. Estos dos últimos son ultra ajetreados.
Jesús y Cirene