Mes: enero 2017
¿Y duerme toda la noche?
Manoseadores y Besuqueadores
La galleta maría
Poder comerme una galleta maría y escribirlo mientras lo hago es algo que para muchos podría ser lo más normal del planeta pero cuando eres mamá algo tan sencillo como eso se convierte en toda una hazaña.
¿Cliché? Seguramente. Pero sólo cuando lo vives es que te das cuenta de que hay placeres muy pero muy sencillos y, definitivamente, en mi caso, mi amada M me ha enseñado a disfrutar cada fracción de segundo de manera muy intensa. Los placeres son infinitos y cada quien tiene los suyos, pero cuando apenas puedes ir al baño o poner una lavadora (eso sí que es una proeza), comienzas a sentir deleite en las cosas más básicas y simples. M tiene casi 40 minutos durmiendo una siesta aquí cerquita de mí y yo me siento sumamente feliz porque me comí toda mi galleta maría y además pude escribirlo.
Cirene
Foto: @ElOtroFotógrafo
PD: Jesús pregunta ¿cómo es eso de que poner una lavadora es un placer? ¿Alguien que me le responda al niño?
¡Shhhhh! Está dormida
Cuando M duerme es el momento en que quien la está cuidando, papá o mamá, puede hacer cosas (comer, bañarse, cocinar, dormir…). Pero también es cierto que cuando M duerme es el momento en que el universo decide ponerse ruidoso. Uno hace de todo para que se duerma y luego haces de todo para mantener el silencio. Pero siempre hay un ruido. Una alarma que se dispara en el estacionamiento, un ladrido, un celofán fantasma escondido justo debajo de algo que acabas de mover.
Y hay tanto por hacer. La ropa sucia se reproduce como si duendes usaran tu ropa por la noche y la dejaran en la mañana en la cesta. El almuerzo no se prepara solo. Hay que escribir en el blog. Me caigo del sueño pero M no se duerme. A veces, en la noche, me siento en la compu a trabajar alguna foto o escribir tonterías y al rato llega Cir con una M hipercinética, que no se duerme por nada (como en este instante que M se revuelca y reclama en mis brazos porque sigo escribiendo).
Pero cuando se duerme, no me provoca sino verla durmiendo. Porque duerme con una placidez y una paz envidiables. Nos ponemos a hacer alguna de las tareas pero nos turnamos. «Anda a ver a Martina», me dice Cir. Y yo voy y siempre me le quedo viendo la barriguita. Si sube y baja, todo bien. Estoy como obsesionado con saber que respira.
Entonces llega alguien y las perras de la casa se vuelven locas y se ponen a ladrar. Cooo, ¡Shhhh! que M está dormida.
Jesús